Y es que vivimos en un mundo que está en sus últimas, exhausto, que no puede más con la enorme carga que somos para él, llenándolo de contaminación, violencia y muerte. Somos uno, y si destruimos una parte de nosotros por nuestro egoísmo, nos destruiremos a nosotros mismos.
Nos quejamos cuando hay superpoblación de especies, y las pretendemos erradicar para que no "sobren"; pero, ¿quién se ocupa de la superpoblación que nosotros mismos provocamos? Porque nosotros, al contrario que los animales, estamos investigando continuamente nuevos métodos para evitar o atrasar la muerte, intentando evadirse del curso natural de la vida. Pero la gente así no se queja, por lo mismo de siempre: por puro egoísmo. Igualmente nos quejamos cuando hay especies en peligro de extinción, sin pararnos a pensar en que realmente es nuestra culpa, por invadir su territorio, sus hogares, arrancándoles de sus raíces; y sin ni siquiera pensar una solución para ello.
Si nos parasemos a escuchar, escucharíamos un planeta agonizante, susurrando sus últimas palabras, suplicando que paremos, que le ayudemos. Pero, pensándolo bien, ¿por qué iba a importarnos? Nosotros vivimos perfectamente así, en nuestra preciosa y egoísta ignorancia, pasando de los problemas mayores, y preocupándonos únicamente por nuestros intereses consumistas, intentando tener más juguetes que el vecino, o una televisión más grande. Así hemos sido siempre, y así seguiremos. Solo me queda dar las gracias a la humanidad, por ayudarme a interponer las necesidades egoístas por delante de lo que realmente importante, por meterme en la cabeza que me dé igual el medio ambiente, y a confiar ciegamente en una única persona que dirija y controle mis pensamientos.
"Cuando los hombres escupen al suelo, se escupen a ellos mismos."
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