Sí, no. Puede. Siempre las mismas respuestas, pero nunca hay argumentos. ¿Existe Dios? Quien dice que sí, ¿por qué lo dice? Y exactamente lo mismo al revés. No sabemos dar argumentos, somos así. Nos creemos todo lo que nos dicen simplemente porque "nos lo han contado".
Dios existe, dicen algunos, porque creó el hombre de la nada, y le dotó de inteligencia. ¿Para qué? ¿Para alzar el Reino de la Tierra al punto más alto y luego tirarlo hacia el abismo en el que está el suelo, con todas sus fuerzas? ¿O quizá para aprender a esclavizar todas las demás especies para su propio interés? Éso, amigos, nadie lo sabe.
Pero de lo que no se da cuenta la gente, es que a demás de crear al hombre, creó con él la desigualdad. Creó a los hombres con un caprichoso instinto de sentirse superiores a las mujeres desde sus orígenes. Un hombre que cree que es superior que otro por tener la piel ligeramente más clara, los ojos menos rasgados. Un hombre que se burla de sus iguales por no ser delgados, por tener la nariz muy grande, o por tener los ojos muy pequeños.
Toda la gente que defiende esto, tiene unas ideas establecidas, de generación en generación, que marcan la pauta de su comportamiento y les dice cómo tienen que actuar. Unas pautas que le dicen que no tiene que cometer pecados, que tiene que obrar bien con el prójimo; todo ésto porque después de esta vida le espera otra mucho mejor -el paraíso, lo llaman-, en la que todo es de colores, y el mundo es puro. Les aconsejan que se porten bien, porque si no un señor rojo, con cuernos, pezuñas y tridente les pinchará en el culo; pero no les aconsejan porque sea lo que está mejor para los demás, porque es una forma generosa de actuar. Todo eso les da igual, lo único que les importan son ellos. Al fin y al cabo, si le dijeras a un niño que no tiene que pegar a su amigo porque está mal, lo haría igualmente; tendrías que ofrecerle un caramelo a cambio de que te haga caso. La gente "adulta" son niños encerrados en un cuerpo de mayor; nunca madurarán.
A pesar de todo, todos somos iguales, católicos, judíos, musulmanes o ateos. Todos nos guiamos por nuestros propios intereses egoístas. Y en lo único que coincidimos es que necesitamos a alguien capaz de guiarnos hacia la lejana luz. Alguien que consiga sacarnos de este agujero en el que hemos caído y no sabemos salir. Necesitamos ayuda.
"Por eso escribo esta carta, para que alguien la encuentre, y venga a sacarnos de aquí, venga a conseguir implantar la buena intención en una sociedad egoísta, que nos diga lo que está bien y lo que no. Por eso escribo ésto, para que nos ayudes; para que me ayudes. Te espero"
Si realmente estamos aquí gracias a Dios, no fuimos más que un pasatiempos para él. Yo creo que si Dios existe, debe tener una mente infantil: Nos creó y ayudó a evolucionar poco a poco, y cuando se dio cuenta de que eramos seres imperfectos decidió que no merecíamos la pena, y se marchó. Y desde entonces, hemos empezado a desarrollar ese vicio por el poder, ese egoísmo, ese egocentrismo... Vamos de mal en peor, conduciendo el mundo ha la destrucción.
ResponderEliminarSi Dios existe, no es ese ser justiciero y benévolo que la iglesia ha creado.
Y como siempre, solo podré decirte que cuanta razón llevan tus textos.