2 dic 2013

Pensamientos sin importancia de un hombre poco conocido

   «No esperes a que caiga esa manzana, cómetela». Esa frase se repite en mi cabeza, una y otra vez, como el tic tac de un reloj, que golpea suavemente, pero desgasta. Mi vida se basa últimamente en la indecisión. Estoy harto de tener que decidir, estoy harto de tener que pensar. Estoy harto, sobre todo, de este maldito tormento que me atrapa, que me mata por dentro a cada instante. No quiero tener que pensar continuamente en qué pasará si hago esto; quiero tener la capacidad de poder actuar, sin preocuparme por nada ni nadie. Quiero ser egoísta, quiero pensar en mí mismo y que le den al resto. Quiero ser libre de hacer lo que me plazca. Pero ojalá pudiera.

   Lejos quedan ya los días en los que mi mayor preocupación era poder quedarme viendo la televisión hasta más tarde de las diez y media. Esos días en los que la decisión más trascendental era fuego, agua o planta. Quiero que vuelvan esos días. Anhelo la dulce ignorancia de ser niño a cada segundo que pasa, la posibilidad de ser egoísta sin que nadie te mire mal ni haga comentarios al respecto, porque eres un niño. Necesito liberarme de todo lo que me oprime, necesito volver a ser el niño que fui. No quiero cadenas que me aten a personas, ni depender de los actos de los demás para poder sonreír. Quiero ser feliz viendo mis dibujos animados favoritos en la televisión, quiero poder sentirme libre con el viento azotándome la cara mientras bajo a toda velocidad aquella cuesta con el trineo. Echo de menos aquellos días en los que mi padre me regañaba por no querer echarme la siesta. Quiero que, cuando tenga un problema, mi madre me sonría y todo haya acabado, como antes. Quiero volver a ser feliz, como cuando era niño.

   En estos días sólo hay soledad. Una noche negra precede a otro día gris. En estos días nada parece surgir de la sombra. No hay linterna que se vea desde la cabaña del árbol. Ahora ya no hay estrellas fluorescentes en el techo de mi cuarto: se ha convertido en un sumidero de recuerdos, al que miro antes de dormir y que, ciertamente, no suele ayudar demasiado. Corren días de mirar al horizonte esperando que todo cambie pronto, sabiendo que no va a ser así. Como tenga que fingir otra sonrisa acabaré saltándome los dientes, como tenga que volver a cambiarlo todo por una persona romperé con todo vínculo que me una a cualquiera. No quiero depender de nada ni nadie, más que de mí mismo. Quiero volver a ser ese niño que solía ser. Quiero volver a ser feliz.



   «Porque el tiempo es asesino, metódico y sigue pautas. Yo de niño quise ser eterno, y no astronauta. Cuando entendí que moriría algún día, lloré y mi mamá me abrazaba y me protegía. Papá salía ya de noche del tajo, yo en la litera a oscuras esperando a que llegara. Yo me hacía el dormido arriba, y mi hermano abajo, para que su beso no pinchara en la cara. Pero más de veinte años después sigo siendo un niño que necesita cariño y no lo sabe dar. Mojo un verso y lo destiño, lloro y me riño, porque los chicos no lloran, tienen que pelear. Hijos del cannabis, del litro y de la química, dice mi atípica actividad cardíaca que demasiado rápido crecí. Alguien puso un whiskey delante de mí y se hizo un eclipse.Quiero ver amanecer, quiero volver a ver aparecer al sol y que no vuelva a anochecer. No quiero que vuelva a anochecer y estar solo, pensando que papá y mamá no van a volver.»

1 comentario:

  1. Pensamientos CON importancia de un hombre poco conocido, me gustan muchos todas las entradas de tu blog, comento en esta por ser la última.
    El color de lo que te rodea depende de la sonrisa con que lo mires, a veces las cosas tienen la importancia que nosotros queramos darle, y el enfoque que le demos, uno tiene que actuar no como cree que es, sino como quiere ser, y tiene que ver las cosas no como son, sino como quieren que sean.
    Sé que cuesta mucho a veces crecer, darte cuenta de donde vives, de como está todo lo que te rodea, de que la vida es eso, algo efímero.
    Pero todo depende de cómo lo veas, de que lo que importa es buscar esa compañía que te haga olvidar lo negro o que te lo pinte de blanco, tus amigos o buscar o encontrar cosas que están escondidas o que no se suelen ver a simple vista.
    Qué bonito es luchar por lo que crees aunque te cueste la vida, aunque no lo consigas.. porque lo importante al fin y al cabo, no es conseguirlo, sino el camino que has recorrido, el estar orgulloso de lo que has hecho, dar tu mejor versión.
    Si lo ves todo oscuro, enciende la luz, si no quieres preocuparte, no te preocupes, no hagas al tiempo tu enemigo, si no tu aliado.
    Sonríe tío, sonríe, que es de las pocas cosas que merecen la pena en este mundo.

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