3 nov 2011

Estás loco.

   Seguramente todo el mundo ha pensado alguna vez que el "tío de al lado" está loco, pirado, completamente paranoico. Le vemos hacer aspavientos con los brazos, gritar que tiene un dragón echando fuego por la boca enfrente de sus narices, corriendo en círculos, desesperado. Sin dudarlo ni un instante, decimos que ese pobre hombre está demente, que necesita ayuda. ¿Pero cómo sabemos que él es quien está mal, y no nosotros? Cabe una pequeña probabilidad de que ese ente que no podemos ver esté ahí realmente, y sea nuestra mente repleta de locura la que nos lo oculte a nosotros, y la mente sana de ese supuesto loco le permita por un casual verlo. En ese caso seríamos nosotros los que estaríamos locos. Pero ni siquiera te planteas el barajar esa posibilidad. Señalas a esa persona con tu retorcido y mugriento dedo, y le llamas loco en la cara, clavando tu infecta uña en la ya gangrenada herida de su alma. Te limitas a insultarle constantemente, y a golpearle, porque está loco, porque no ve lo mismo que tú ves. Y después de toda esa tortura, todavía le quedan varios años, si no es toda la vida, encerrado en una prisión donde le suministran drogas tres veces al día, donde le atan a una cama con correas, y donde no le dejan pensar nada que esté fuera de lo que ha comido esta mañana, o a qué hora se fue a dormir ayer.

   Así somos, amigos, y así seremos siempre. Somos hipócritas por naturaleza, y vamos a discriminar y a despreciar a quien no nos dé la razón como a los tontos. No nos damos cuenta de que estamos locos, todos sin excepción. Me equivoco, puede que haya un par o dos de excepciones, puede que esas personas desquiciadas, toda esa gente a la que metemos en psiquiátricos, que se están pudriendo en un manicomio, estén realmente cuerdas, sin darnos siquiera cuenta de ello.  Puede que en realidad todos estemos en un manicomio por locuras que hemos hecho en el pasado, que han cometido nuestros más lejanos ancestros. Quizá estemos en una celda de aislamiento que es este mundo que nos rodea, y nos aisla de todas las demás sociedades. A lo mejor no es que no podamos salir de la Tierra por la tecnología o los avances en la ciencia, si no porque no nos lo permiten, porque estamos encerrados.

   En definitiva, deberíamos cortarnos un poco más a la hora de juzgar la cordura de alguien, y, sobre todo, deberíamos valorar la nuestra antes que la de los demás. Aprendamos a perdonar, y seremos perdonados. Aprendamos a razonar, aprendamos a aceptar, aprendamos a ser iguales. Y, por encima de todo, aprendamos a aprender.


   "Seamos razonables, nadie está por encima de nadie."

1 comentario:

  1. Joder, es un texto tan duro que hasta me ha dolido, en serio. No das perdón, ¿eh? (haces bien).

    <3

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