23 nov 2011

El todo es más que la suma de sus partes.

   No sabemos lo que queremos. Ése es nuestro problema. Y si no sabemos qué es lo que queremos, por supuesto, nos equivocamos. Pero no cometemos pequeños errores, de los que perfectamente se pueden remendar con un "perdón" o un "lo siento". Son las grandes equivocaciones de la vida, las que cometemos nosotros. La propia confusión nos hace desquiciarnos, volvernos locos; nos hace consumirnos a nosotros mismos. Nos volatilizamos como la ceniza de un cigarrillo, que agoniza cada instante de su corta duración para finalmente, caer al vacío. Caemos incesantemente, sin ver jamás el fondo. Y lo peor de todo este panorama, es que no nos preocupamos. Nos da igual. Si no vemos el fondo, no caeremos jamás. Ése es otro de nuestros problemas. Si no vemos algo, simplemente no existe. No nos preocupamos por nada, ni nos preocuparemos. Pero si nos quitan el dinero, entonces sí nos afecta. Nos da igual que nos quiten la amistad, que nos quiten el amor, incluso que nos quiten la salud. Pero nuestro dinero es nuestro, y de nadie más.

   ¿Y qué pasa cuándo no hay dinero, ni para nosotros, ni para nadie? Entonces, ése es el momento de quejarse. Desde luego, si no tenemos dinero, no podemos conseguir nuestros preciados caprichos consumistas, no podemos conseguir todos los bienes terrenales que queramos. Y éso es lo que nos molesta. No nos importa que todos podamos acceder a un sistema médico, o a un sistema educativo correcto, que teóricamente sería lo mejor para todos. Pero estamos completamente decididos a malgastar nuestra vida en sinsentidos, en cosas insignificantes, que, sin darnos cuenta, nos quitan poco a poco la esencia de nuestra alma.

   Y, sin lugar a dudas, si el encargado de conseguir ese dinero para nosotros (que no representante), nos falla, nos quejamos, le tiramos de su puesto, y subimos al primer zoquete que encontremos mirando escaparates. Votar no vale para nada, haremos lo que nos ordenen. Nuestra opinión no cuenta, nos la dictan desde arriba. Somos simples marionetas de seres intocables con gomina y corbata, con elegantes trajes italianos y mocasines de piel de cocodrilo. No tenemos importancia, sólo somos un trámite más para conseguir los propósitos de nuestros superiores, para conseguir su propio poder.

   A lo que quiero llegar con todo ésto, es a que no somos nosotros los que estamos abajo. Somos los de arriba, y podemos ser nosotros quien manejen a esos "seres superiores". Nosotros mandamos, nosotros tenemos la capacidad de obtener el poder, porque somos más. Y el poder es la simple suma de pequeños puños. Pero para obtener el poder, hay que alzarlos. Lo que quiero decir, es que tenemos la responsabilidad de saber cuidar de nosotros mismos, y la estamos desperdiciando.


   "Seamos realistas, pidamos lo imposible" Comandante Ernesto Guevara.

3 nov 2011

Estás loco.

   Seguramente todo el mundo ha pensado alguna vez que el "tío de al lado" está loco, pirado, completamente paranoico. Le vemos hacer aspavientos con los brazos, gritar que tiene un dragón echando fuego por la boca enfrente de sus narices, corriendo en círculos, desesperado. Sin dudarlo ni un instante, decimos que ese pobre hombre está demente, que necesita ayuda. ¿Pero cómo sabemos que él es quien está mal, y no nosotros? Cabe una pequeña probabilidad de que ese ente que no podemos ver esté ahí realmente, y sea nuestra mente repleta de locura la que nos lo oculte a nosotros, y la mente sana de ese supuesto loco le permita por un casual verlo. En ese caso seríamos nosotros los que estaríamos locos. Pero ni siquiera te planteas el barajar esa posibilidad. Señalas a esa persona con tu retorcido y mugriento dedo, y le llamas loco en la cara, clavando tu infecta uña en la ya gangrenada herida de su alma. Te limitas a insultarle constantemente, y a golpearle, porque está loco, porque no ve lo mismo que tú ves. Y después de toda esa tortura, todavía le quedan varios años, si no es toda la vida, encerrado en una prisión donde le suministran drogas tres veces al día, donde le atan a una cama con correas, y donde no le dejan pensar nada que esté fuera de lo que ha comido esta mañana, o a qué hora se fue a dormir ayer.

   Así somos, amigos, y así seremos siempre. Somos hipócritas por naturaleza, y vamos a discriminar y a despreciar a quien no nos dé la razón como a los tontos. No nos damos cuenta de que estamos locos, todos sin excepción. Me equivoco, puede que haya un par o dos de excepciones, puede que esas personas desquiciadas, toda esa gente a la que metemos en psiquiátricos, que se están pudriendo en un manicomio, estén realmente cuerdas, sin darnos siquiera cuenta de ello.  Puede que en realidad todos estemos en un manicomio por locuras que hemos hecho en el pasado, que han cometido nuestros más lejanos ancestros. Quizá estemos en una celda de aislamiento que es este mundo que nos rodea, y nos aisla de todas las demás sociedades. A lo mejor no es que no podamos salir de la Tierra por la tecnología o los avances en la ciencia, si no porque no nos lo permiten, porque estamos encerrados.

   En definitiva, deberíamos cortarnos un poco más a la hora de juzgar la cordura de alguien, y, sobre todo, deberíamos valorar la nuestra antes que la de los demás. Aprendamos a perdonar, y seremos perdonados. Aprendamos a razonar, aprendamos a aceptar, aprendamos a ser iguales. Y, por encima de todo, aprendamos a aprender.


   "Seamos razonables, nadie está por encima de nadie."

17 oct 2011

La idea de la creación, la concepción de la aberración.

   Imagínate un mundo perfecto, un mundo bonito, un mundo maravilloso en el que no hubiera corrupción. Imagina un mundo en el que hubiera bosques, enormes y frondosos bosques de altas hayas, pinos, robles y encinas. Un mundo en el que todas las especies conviviesen en armonía entre ellas, viviendo y dejando vivir. Un lugar en el que no hubiera nada ni nadie que se alzara por encima de todo lo demás y quebrantase todo lo conocido de manera vil y cruel. Imagina la perfección pura, lo que para ti es más representa la belleza personificada, y plásmalo en tu imaginación. Imagina largos caminos a través de un hayedo, un camino que llega a un gran lago cristalino. Si quieres, podría haber unas cuantas nutrias correteando en la orilla, jugando con cuatro o cinco ratoncillos de campo. Al fin y al cabo, un mundo perfecto, una utopía maravillosa.

   Pero ambos sabemos que eso nunca ocurrirá. La cruda realidad es ésta: grandes ciudades que se divisan a kilómetros de distancia, enormes torres en contraste con los maravillosos bosques, fábricas despreciables que defecan sobre el firmamento virgen. Y, sobre todo, nosotros, los humanos, unos hombrecillos que desean el poder, y lo consiguen a través de la violencia, de la purga de especies, de la incineración de ecosistemas, y de la masacre de paisajes. Porque todo esto es culpa nuestra: nacemos, crecemos, contaminamos, consumimos, arrollamos, nos multiplicamos y perecemos. Pero todo esto ya no podemos arreglarlo.

   Dicen que sí, que toda la contaminación podría ser reducida, que podríamos dejar de contaminar tanto. Pero lo hecho, hecho está. No hay vuelta atrás, nuestro mundo agoniza, delira por la fiebre que nosotros le causamos, y, más tarde que temprano, acabará por morir. Esto es inevitable, pero no lo fue hace un tiempo. Nosotros lo hemos creado, y nosotros acarrearemos las consecuencias, al igual que todos. Cualquier animal sabe que no tiene que cagar donde come, pero, como dicen, el hombre es el único que tropieza dos veces con la misma piedra.

   Definitivamente, si nuestros antecesores vieran lo que hemos hecho, se hubieran suicidado en masa sin dudarlo un momento. ¿Quién querría ésto? Si alguien nos creó, si alguien está ahí arriba, por favor, que aparte densa nube de contaminación y eche un vistazo al panorama. Que observe lo que ha pasado, lo que ha hecho con nosotros, y tome medidas. Éso es lo que necesitamos, una solución divina, porque parece que nunca conseguiremos un bien humano por nuestra propia mano. Éso es lo que necesitamos: ayuda.


   "Dios creó el mundo en seis días; al séptimo descansó. Y al octavo se arrepintió."

5 oct 2011

Busca un poco.

   Fíjate en una persona al azar, y comprueba lo siguiente. Comprueba cuál es tu primera reacción, y en qué cosas te fijas. Lo primero que ves es la apariencia del individuo, si tiene el pelo largo o corto, si tiene las orejas más grande de lo normal, si la nariz es demasiado pequeña, si tiene muchos granos... Y ahí es donde nos quedamos, miramos si nos gusta o no, y ya está. ¿Para qué queremos saber más? Ya sabemos si es atractivo o no. Ya sabemos todo lo que queremos saber para saber si queremos conocer a esa persona.

   Fíjate más, busca, indaga en esa persona. ¿No ves nada? Inténtalo otra vez. Inténtalo con todas tus fuerzas. Concéntrate, relájate. Cierra los ojos, no los necesitarás. ¿Sigues sin ver nada? Ánimo, puedes con ello, no es tan difícil, sólo tienes que aprender a hacerlo. Cierra los puños, con todas tus fuerzas; aprieta los dientes. Esfuérzate. Tensa todos los músculos de tu cuerpo, aíslate de todo lo que hay a tu alrededor. Céntrate única y exclusivamente en esa persona. Siéntela. Cierra los ojos con fuerza. Empiezas a ver algo, ¿verdad? Ves una especie de cajita, un cubo azul, que gira y da vueltas y vueltas. ¿Ahora sí? Ahora te das cuenta que lo viste desde el principio, que siempre ha estado ahí; pero no le diste importancia, nunca le diste importancia. Y sigue sin parecerte algo importante. 

   Pero fíjate dentro de esa cajita, parece que tenga millones de fantasmas en su interior, ¿verdad? Enhorabuena, acabas de descubrir la personalidad de una persona. Ahora podrás saber cómo es alguien, y poder conocerlo tal y como es, además de su físico. Si aprendes a leer bien las sombras de esa caja, aprenderás cómo es esa persona. Habrá cosas que te gustarán, y otras que no; pero la vida es así. Ahora es cuando puedes juzgar a esa persona.


   "Las personas son personas, y no cuadros bonitos que únicamente haya que mirar. Recuérdalo."

25 sept 2011

Y vive un día detrás de otro, los terrores del pasado.

   Miró a su alrededor, asustado. Vio que estaba en mitad de las ruinas de una ciudad, demolida completamente a causa de las múltiples explosiones que entre sus calles se habían dado. Entonces lo vio, pilas de cadáveres esparcidos por todo el terreno, hombres heridos mortalmente tirados en el suelo, y gente gritando por todas partes. Había mucho movimiento, no entendía nada. Todo el mundo corría de un lado para otro. Vio que un hombre que gritaba a los demás, dando ordenes, le miraba y le decía que por qué estaba ahí plantado, que se moviese y se metiese en la refriega.

   Entonces se le ocurrió mirarse a sí mismo: iba vestido con una camisa marrón y llevaba una especie de cinturón con brillantes cilindros puestos en fila; tenía un pantalón marrón con muchos bolsillos, metido en los tobillos por dentro de las pesadas botas que le impedían moverse con agilidad. Estaba muy confuso, odiaba aquello, no sabía qué estaba pasando allí. Pensó que estaba todo el mundo loco. Entonces el hombre que daba órdenes le volvió a gritar, diciéndole que se moviese de ahí a no ser que quisiera morir.

   Él hizo lo que le decían, corrió a duras penas por culpa del peso de las botas hacia una casa derruida a medias, donde creía que estaría a salvo. Allí se encontró con otros dos hombres, uno estaba con un pesado instrumento apoyado en el alféizar de la ventana, y el otro estaba ayudandole, metiendo los mismos cilindros que él llevaba colgados del dorso. Se puso en cuclillas en una esquina, intentando protegerse de sus miedos, de la sensación de vacío que le producía aquello, preguntándose qué haría allí otra vez. Pensó que él se había ido de allí ya, no quería volver jamás. ¿Por qué estaba allí de nuevo, entonces? Quería salir de allí con todas sus fuerzas. No quería vivir aquello de nuevo.

   Entonces todo pasó muy rápido. Vio un montón de escombros precipitándose hacia el suelo. De repente dejó de oír. No podía oír nada, solo veía hombres corriendo de un lado a otro, más alterados todavía que antes. Miró hacia abajo, y vio mucha sangre; cada vez más. Una repentina y horrible sensación de dolor empezó a recorrerle; no podía soportarlo. Era lo peor que había sentido nunca. Entonces vio todo blanco, todo se desvaneció.

   Un fuerte estruendo le despertó de nuevo, estaba en el mismo sitio de antes, pero era diferente. Había muchas piedras encima suyo, piedras muy grandes. Y lo comprendió todo: la casa se había venido abajo. Los otros dos hombres que había habido con él estaban tendidos en el suelo, sin vida. Volvió a sentir ese dolor, esa terrible sensación que le recorría toda la pierna derecha. Pero no la pudo ver, no estaba ahí. Donde debería estar su pierna solo había un enorme charco de sangre y un montón de escombros. "No puedo más, necesito salir de aquí", pensó, "Quiero salir de aquí, quiero salir de aquí, quiero salir de aquí..."

   Entonces todo se puso blanco de nuevo, volvió a no ver nada. Se despertó sobresaltado, con el torso desnudo y las sábanas de su cama cubiertos de sudor. Entonces vio su pierna mutilada y se dio cuenta, solo había sido un sueño. Odiaba tener que vivir eso todas y cada una de las noches, odiaba aquellos malditos fantasmas que le acosaban, que no le dejaban vivir.

   Abrió el cajón de la mesita de noche, sacó la pistola que guardaba dentro y la cargó. Se quedó mirándola, maldiciendo la maldita guerra que tuvo que vivir y que le había hecho perder todo lo que tenía en el mundo. Volvió a mirar la pistola una vez más, como hacía cada día, y la dejó en el cajón de nuevo. Se irguió en la cama y se sentó como pudo en la silla de ruedas. "Sólo un día más", se dijo a sí mismo.


   "La guerra es la solución cobarde que busca la gente a los problemas de la paz."

21 sept 2011

Esperaremos.

   Sí, no. Puede. Siempre las mismas respuestas, pero nunca hay argumentos. ¿Existe Dios? Quien dice que sí, ¿por qué lo dice? Y exactamente lo mismo al revés. No sabemos dar argumentos, somos así. Nos creemos todo lo que nos dicen simplemente porque "nos lo han contado".

   Dios existe, dicen algunos, porque creó el hombre de la nada, y le dotó de inteligencia. ¿Para qué? ¿Para alzar el Reino de la Tierra al punto más alto y luego tirarlo hacia el abismo en el que está el suelo, con todas sus fuerzas? ¿O quizá para aprender a esclavizar todas las demás especies para su propio interés? Éso, amigos, nadie lo sabe.

   Pero de lo que no se da cuenta la gente, es que a demás de crear al hombre, creó con él la desigualdad. Creó a los hombres con un caprichoso instinto de sentirse superiores a las mujeres desde sus orígenes. Un hombre que cree que es superior que otro por tener la piel ligeramente más clara, los ojos menos rasgados. Un hombre que se burla de sus iguales por no ser delgados, por tener la nariz muy grande, o por tener los ojos muy pequeños.

   Toda la gente que defiende esto, tiene unas ideas establecidas, de generación en generación, que marcan la pauta de su comportamiento y les dice cómo tienen que actuar. Unas pautas que le dicen que no tiene que cometer pecados, que tiene que obrar bien con el prójimo; todo ésto porque después de esta vida le espera otra mucho mejor -el paraíso, lo llaman-, en la que todo es de colores, y el mundo es puro. Les aconsejan que se porten bien, porque si no un señor rojo, con cuernos, pezuñas y tridente les pinchará en el culo; pero no les aconsejan porque sea lo que está mejor para los demás, porque es una forma generosa de actuar. Todo eso les da igual, lo único que les importan son ellos. Al fin y al cabo, si le dijeras a un niño que no tiene que pegar a su amigo porque está mal, lo haría igualmente; tendrías que ofrecerle un caramelo a cambio de que te haga caso. La gente "adulta" son niños encerrados en un cuerpo de mayor; nunca madurarán.

  A pesar de todo, todos somos iguales, católicos, judíos, musulmanes o ateos. Todos nos guiamos por nuestros propios intereses egoístas. Y en lo único que coincidimos  es que necesitamos a alguien capaz de guiarnos hacia la lejana luz. Alguien que consiga sacarnos de este agujero en el que hemos caído y no sabemos salir. Necesitamos ayuda.


   "Por eso escribo esta carta, para que alguien la encuentre, y venga a sacarnos de aquí, venga a conseguir implantar la buena intención en una sociedad egoísta, que nos diga lo que está bien y lo que no. Por eso escribo ésto, para que nos ayudes; para que me ayudes. Te espero"

18 sept 2011

Hagámoslo, por favor.

   Violencia, sexismo, prejuicios, racismo, violaciones, guerras, matanzas, avaricia, egoísmo... Si te pararas a pensar un momento la sociedad que hemos creado, ¿te gustaría? Claro que no, por eso no lo haces. Al fin y al cabo, lo mejor es la ignorancia: no te preocupas por los problemas -ya que ni siquiera los conoces-, vives en un mundo feliz y sin preocupaciones, y en resumen, todo te da igual. Porque siempre vamos a preferir estar contentos, con una jarra de vino en la mano, tumbados en una hamaca, con alguien que nos abanique, y sin hacer absolutamente nada en la vida. Éso es lo que queremos en la vida, tenerlo todo sin hacer nada por tenerlo, ¡bendita pereza!

   Pero si te parases a pensarlo, una sola vez, un segundo; te darías cuenta de que lo que estamos haciendo no está bien. Vemos una noticia, en nuestra televisión de plasma de 54", sobre un atentado terrorista en cualquier lugar del mundo, en el que han muerto cientos de personas, y nos da igual. ¿Dónde ha quedado el simple pero perfecto canon de "paz y amor"? Ya no nos conformamos solo con eso, necesitamos más. Necesitamos dinero, necesitamos una casa grande, un coche bueno, necesitamos putas. Y si eso nos quita la paz y el amor, ¡a la mierda! Tenemos el dinero, tenemos el coche, tenemos las putas, ¿qué más dará el resto?

   Y si tienes todo ésto, ¿por qué vas a tratar con personas que son mejores que tú, que no llegan hasta tu nivel? Pero tú no eres mejor que nadie, como crees. Porque nadie es mejor que nadie, ya tenga más o menos dinero, un coche mejor o peor, una casa más grande, o más putas a la semana. Todo eso da igual. ¿Es que tienes derecho de ser mejor que alguien simplemente porque sea negro, chino, hindú, alemán o de Marte? No, no tienes el derecho.

   Pero aún así, sigo teniendo esperanza. Sigo teniendo la esperanza de que alguien se dé cuenta alguna vez de que ésto no está bien. Que se pare a pensarlo, aunque sea una persona. Porque quizá, si una persona lo hace,      el resto también empiece a darse cuenta de todo. Puede que empiecen a trazar esquemas de su mundo, un mundo feliz. Puede que empiecen a nadar a contracorriente, como nadie nunca antes ha hecho, hasta conseguir sus propósitos en la vida, hasta conseguir ayudar a los demás. Ésa es mi esperanza, y nadie me la quitará jamás.


"Cojámonos de las manos, y corramos en dirección contraria sin que nadie pueda separarnos, en un intento suicida pero perfecto de inmolarnos en una sociedad mejor."

4 sept 2011

¿Para qué preocuparse?

   Observemos la situación, nuestro mundo se pudre, nuestra raza avanza hacia su autodestrucción en un desesperado intento de ser dios, las calles de nuestras ciudades están infestadas de ratas dedicadas a destruir su entorno. Hablemos claro, estamos perdidos. Somos una especie dotada de inteligencia, con la posibilidad de ascender hasta lo más alto, de ayudar a todas las demás, de llegar a un mundo mejor. Y, sin embargo, ¿cómo la utilizamos? Destruyendo, machacando, aplastando, asesinando, masacrando. Y si alguna vez utilizamos esta bendita dote, ¿para qué es? Para descubrir algo que nos permita destruir más fácilmente.

   Pero, ¿qué más nos da eso a nosotros? Si total, vivimos perfectamente, con nuestra casa con calefacción, comida caliente y una cama cómoda en la que dormir. Si total, tenemos un montón de dinero para gastar en cosas que nunca necesitaremos, que nos absorban el cerebro completamente hasta que no seamos capaces de pensar por nosotros mismos.  Al fin y al cabo, somos un ser egoísta que no se preocupa nada más que por sí mismo.  ¿Qué más nos dará a nosotros que a treinta míseros metros de la puerta de nuestra casa haya un pobre hombre, sin un techo bajo el que dormir, sin dinero para poder alimentarse?

   Nuestra sociedad esta podrida, vive engañada, creyendo que es feliz bajo una máscara de bajos índices de muerte. Pero no se da cuenta, que detrás de esa máscara lo que hay es sufrimiento, pánico, caos. No se da cuenta de que no puede seguir así, que si no colaboran todos sus miembros no conseguirán la felicidad jamás. Pero aun así la gente sigue peleando por sinrazones, por la simple desigualdad en el color de piel, por ser de un país o de otro, por llevar un trapo rojo o llevarlo azul.

   Sinceramente, no creo que haya ningún dios. No creo que haya algún ser tan sumamente cruel como para crear una raza que sea capaz de destruir el mundo que le rodea para su propio beneficio sin ni siquiera esforzarse en arreglar el estropicio. No, dudo que haya alguien así, que permita que los pequeños juguetes de su mundo se peleen en innumerables e inacabables guerras, matándose entre ellos mismos. No puede haber  alguien que permita sembrar un apocalíptico caos como este en un mundo que antes parecía incorrumpible. Es imposible que exista alguien con esa mentalidad.


"Definitivamente, si hubiera alguien que controlase nuestros actos, ya habría acabado con nosotros... o con su propia vida, al ver las barbaridades que desarrollan sus creaciones."

27 ago 2011

Por fin se ha apagado.

   Hay veces que por mucho daño que te haga algo, quieres seguir haciéndolo, sobre todas las cosas; ya sea bueno o malo, material o no. Puede que a veces vaya bien, pero la mayoría no sale según lo esperado. Estas otras muchas veces, llenas de baches, de obstáculos, de piedras en el camino, pueden volverse esperanzadoras de vez en cuando, creándote ilusiones; pero al fin y al cabo, siempre caes de nuevo al vacío inicial, al profundo abismo. Un abismo interminable, sin fin, profundo; un abismo de inimaginable amargura.
   
   Pero parece que todo esto te dé igual, porque tú sigues esperanzándote de nuevo. Te levantas, recoges tus armas del suelo, le gritas al mundo, y lo vuelves a intentar. Como estos pájaros de la mitología griega... ¿Cómo eran? Los fénix, eso, fénix. Pájaros de fuego que si se apagan renacen una y otra vez de sus cenizas, sin importarles lo que venga después. Afrontan sus peligros, sin importarles absolutamente nada, a parte de vivir.

   Lo que quiero decir, es que a veces intentas aferrarte a la vida, como estos extraordinarios pájaros, actúas como ellos, tropezando y levantándote, constantemente. Cuando piensas que todo está yendo bien por fin, que te saldrá como tú quieres por una vez, que te estás empezando a hacer ilusiones, te cae un jarro de agua fría, apagando así el fuego de tus alas. Todo se desmorona a tu alrededor, te juras que no volverás a caer en esa trampa, pero al fin y al cabo, de un modo u otro, siempre acaba resurgiendo una chispa de las ascuas, haciendo renacer la llama, avivando cada vez más el fuego. Al fin y al cabo, todo se reduce a éso, a tener un pájaro ígneo, que te haga resurgir una y otra vez.

   Pero puede que, quizá, a veces sea mejor optar por otro pájaro, cualquiera... Un gorrión, un mirlo, o incluso un cuervo. Sí, me gusta el ejemplo del cuervo. Un pájaro que muchas veces parezca más oscuro y más difícil de domesticar, pero aun así, sea la mejor elección, y te otorgue esta ansiada felicidad que todo el mundo intenta encontrar en la larga travesía que es la vida.  Por eso yo, sinceramente, me quedo con mi preciado cuervo antes que con ese glorioso fénix.


   "Porque en realidad, no se puede vivir siempre de las imaginaciones, de un "podría ser", de un mundo irreal que nunca llegará a existir, si no que tienes que quedarte en la realidad, que puede que a veces sea peor que tus fantasías, pero otras es mucho mejor."

24 ago 2011

Hagamos caso a un viejo moribundo.

   Me ha tocado la suerte de nacer en un mundo en el que nadie valora lo que tiene. Un mundo gobernado por un ser que abusa de todo lo que tiene a su alrededor, sin importarle las consecuencias. Un ser que explota lo que se encuentra a su paso para sacar beneficios. Un ser que se cree el rey, pero que, ingenuo de él, tarde o temprano será destronado, ya sea porque alguien ocupe su trono, o porque su reino simplemente se desvanezca ante sus ojos. Este ser es el ser humano, una criatura con inteligencia, sí, pero cruel, egoísta y malcriado.

   Y es que vivimos en un mundo que está en sus últimas, exhausto, que no puede más con la enorme carga que somos para él, llenándolo de contaminación, violencia y muerte. Somos uno, y si destruimos una parte de nosotros por nuestro egoísmo, nos destruiremos a nosotros mismos.

  Nos quejamos cuando hay superpoblación de especies, y las pretendemos erradicar para que no "sobren"; pero, ¿quién se ocupa de la superpoblación que nosotros mismos provocamos? Porque nosotros, al contrario que los animales, estamos investigando continuamente nuevos métodos para evitar o atrasar la muerte, intentando evadirse del curso natural de la vida. Pero la gente así no se queja, por lo mismo de siempre: por puro egoísmo. Igualmente nos quejamos cuando hay especies en peligro de extinción, sin pararnos a pensar en que realmente es nuestra culpa, por invadir su territorio, sus hogares, arrancándoles de sus raíces; y sin ni siquiera pensar una solución para ello.

   Si nos parasemos a escuchar, escucharíamos un planeta agonizante, susurrando sus últimas palabras, suplicando que paremos, que le ayudemos. Pero, pensándolo bien, ¿por qué iba a importarnos? Nosotros vivimos perfectamente así, en nuestra preciosa y egoísta ignorancia, pasando de los problemas mayores, y preocupándonos únicamente por nuestros intereses consumistas, intentando tener más juguetes que el vecino, o una televisión más grande. Así hemos sido siempre, y así seguiremos. Solo me queda dar las gracias a la humanidad, por ayudarme a interponer las necesidades egoístas por delante de lo que realmente importante, por meterme en la cabeza que me dé igual el medio ambiente, y a confiar ciegamente en una única persona que dirija y controle mis pensamientos.



   "Cuando los hombres escupen al suelo, se escupen a ellos mismos."